Para realizar una infografía de calidad, al igual que
sucede en fotografía, es necesario seleccionar adecuadamente las escenas, los
ángulos, las distancias focales, la iluminación o incluso la resolución. Pero
en cualquier caso estas decisiones se toman en una etapa más avanzada del
trabajo.
No se puede realizar una infografía si antes no existe
un modelo en tres dimensiones de aquello que se quiere representar, y para eso
es imprescindible la utilización de un software de modelado.
El abanico en este sentido es tan amplio como amplio
es el número de productos que hay en el mercado, comercializados o
desarrollados como software libre por diferentes compañías. No obstante es
importante reseñar que debe existir una compatibilidad de formatos entre el sistema
que se utilice para el modelado y el que
posteriormente se use para el renderizado; si bien es cierto que a día de hoy
ya hay varios programas que cuentan con un módulo propio para dicha labor, y
además los actuales motores de render son compatibles con la inmensa mayoría de
los software de modelado más usados y conocidos en el sector, bien a través de
formatos comunes, o bien a través de la inclusión de plug-ins.
El modelo en 3D que es utilizado como primer paso en
el proceso puede haberse obtenido de dos maneras:
Por un lado puede suceder que el modelo en tres
dimensiones que sirve como punto de partida se haya creado única y
exclusivamente para la obtención del posterior render. Esto es lo que
sucedería, por ejemplo, en un estudio
con dedicación exclusiva a las labores
de generación de infografías. En este caso lo normal es que el cliente y el
estudio se pongan de acuerdo a la hora de compartir los datos e indicaciones
necesarias para la obtención del modelo. El cliente podría proporcionar
directamente el CAD de su producto, lo que facilitaría enormemente la labor,
pero también podría suministrar únicamente planos en formato papel o digital y
una relación de materiales o acabados, siendo necesario por parte del estudio
recopilar cuantos datos sean pertinentes para crear el modelo 3D utilizado como
base.
Un estudio de este tipo podría seleccionar, desde
cero, qué programa de modelado va a utilizar. Tomando en consideración aspectos
tales como el precio, la mayor o menor dificultad de manejo, la especificidad,
la asistencia técnica y como se ha comentado, la compatibilidad con los
sistemas de renderizado.
Pero por el otro lado puede suceder que el modelo
tridimensional que se utiliza para la elaboración del render se obtenga como
parte del propio proceso de proyección del producto o proyecto. Este es el caso
que podría darse en despachos de arquitectura o ingeniería, destinados a la
elaboración de proyectos, y que como parte de su trabajo puede que quieran
obtener una infografía. Un despacho de arquitectura, por ejemplo, ya utilizará
un sistema CAD o BIM, para el diseño, proyección o incluso gestión de sus
proyectos; y ese software, en principio, únicamente tendrá ese fin. Pero una
vez que se tiene el CAD o el modelo tridimensional del proyecto este puede
aprovecharse para la elaboración de la infografía.
Aquí el software de modelado estaría, por así decirlo,
impuesto, y habría que prestar una mayor atención a la compatibilidad del mismo
con el programa que posteriormente se utilice para obtener la infografía.
Aunque en este caso el abanico podría ser algo menos amplio, está la ventaja de
que el modelo que sirve como base es básicamente exacto, pues es el que se
utiliza en el propio proyecto real. Un proyectista crea que su diseño, lo
modela, lo utiliza como base para la elaboración de documentación gráfica de
planos, para la producción, para la medición, y finalmente, para el
renderizado. Es más, el propio proyectista es quien realiza la infografía, y el
conocimiento que tiene éste del proyecto es consecuentemente mayor que el que
puede darse en la situación anterior.
En este post no se va a realizar un estudio
pormenorizado de los diferentes programas de modelado que se podrían utilizar,
pues es algo que llevaría demasiado tiempo y tampoco tendría mucho sentido pues
éstos son bien conocidos en el sector y cada uno tiene sus características,
funcionalidades y particularidades. Sin embargo sí resulta interesante definir
los dos sistemas que actualmente se están utilizando para esta labor.
- El sistema CAD (Computer-Aided Design, o en
castellano, diseño asistido por computadora) es, con diferencia, el sistema de
modelado más ampliamente utilizado desde hace años para la elaboración de
proyectos. Los sistemas CAD básicamente se sirven de puntos, líneas, arcos, superficies y
primitivas sólidas para modelar un proyecto.
Lo que se hace, en definitiva, es digitalizar las tradicionales labores
de dibujo a mano, y al igual que en el papel una casa, por ejemplo, no será más
que un conjunto de líneas trazadas con
un lápiz y una regla y arcos realizados con compás, en un programa CAD
esa casa también será únicamente un conjunto de líneas, y arcos. A esas líneas,
arcos o puntos se les puede asignar colores, capas, grosores o trazos, pero no
dejarán de ser, en definitiva, líneas, arcos y puntos.
Obviamente cada proyectista utilizará el sistema que
mejor le convenga de acuerdo a su sistema de trabajo, presupuesto o necesidades
de conectividad e intercambio de datos, de ahí que en este post no se
profundice en software concretos, no obstante lo que sí se puede hacer es dar
unas recomendaciones enfocadas a facilitar el manejo de los modelos para el
posterior proceso de render.
- No tiene sentido tener un modelo extremadamente detallado si esos detalles no van a aparecer en la infografía debido a la escala de representación escogida, o al estilo de la misma.
- No merece la pena dedicar tiempo y esfuerzo al interior, por ejemplo, de un edificio si la representación va a centrarse en el exterior del mismo (y viceversa). No sólo no merece la pena, sino que además el archivo del modelo obtenido será pesado, poco ágil y más difícil de tratar con los posteriores motores de render. Los tiempos de procesado aumentarán y los equipos necesarios deberán ser más potentes.
- Evidentemente el punto anterior no es un principio absoluto. Puede que se quiera hacer una escena exterior y otra interior de un mismo edificio. O puede que se pretenda hacer una vista frontal y otra posterior. No sería lógico tener un modelo para cada vista en el que se eliminan las partes que no van a aparecer. Lo lógico sería tener un único modelo y moverse a lo largo o en torno a éste como un fotógrafo se mueve alrededor del edificio que se dispone a retratar.
- Un sistema de capas o grupos permite desactivar temporalmente los elementos que en un momento determinado pueden no ser necesarios representar o exportar al software de render. No obstante un número elevado de las mismas puede terminar provocando confusión y desorden en el modelo, sobre todo si estas no están bien identificadas o no tienen una utilidad real.
- El modelo debe mantenerse lo más limpio y ordenado posible, eliminado elementos erróneos o duplicados, pues como ya se ha visto lo único que conseguirán es convertirlo en algo lento y pesado de tratar.
- Hay que procurar utilizar las herramientas que los propios programas presentan para aligerar los modelos. Por ejemplo, una misma superficie puede estar representada por diferentes cantidades de polígonos; si no es necesaria una alta definición, una superficie con menos polígonos siempre será más ágil. Esto puede conseguirse mediante herramientas de limpieza propias del software o mediante los datos de definición, por ejemplo, de las primitivas 3D o las superficies.
- En ocasiones los modelos obtenidos se “enriquecen” importando elementos de biblioteca (se tiene una casa, y se le añaden unos muebles). Cuanto más limpios estén estos elementos, mejor.
- Si se tiene claro qué motor de render va a utilizarse (un módulo integrado o un programa independiente que requiera de una exportación de datos), del estudio del mismo se podrá determinar qué requisitos deberá tener el modelo tridimensional de base. Ejemplo: ciertos software de renderizado simplemente necesitan el modelo “en blanco”, sin texturas, y es en el mismo donde éstas se añaden, bien por bloques o por caras. Otros, sin embargo, facilitan enormemente la aplicación de las mismas si al modelo 3D obtenido se le asignan previamente unas propiedades de color.
Estos principios facilitarán el manejo de los modelos y eso se traducirá en una mayor comodidad y reducción de tiempos, no sólo de preparación, sino de procesado.
La elección del software de modelado dependerá de una
serie de parámetros entre los que se encuentran la funcionalidad, la
conectividad, el precio, los sistemas de producción o las propias
necesidades particulares del
proyectista. Pero en cualquier caso, sea cual sea el sistema utilizado, y sea
cual sea la marca final por la que se opte, trabajar de una forma ordenada,
limpia y consecuente con los procesos posteriores que hay que realizar, no sólo
hará mucho más fácil el proceso, sino que incrementará la calidad del resultado
final.